Un ejemplo de esto que digo, es toda la literatura que me hicieron leer en el instituto (que fue mucha). Muchas novelas, mucha poesía y mucha filosofía.
En aquel momento, el objetivo, no creo que fuese más allá de intentarnos inculcar el hábito de la lectura y hacer que mejorara nuestra ortografía, pero con el tiempo, esos aspectos quedan atrás y surge el verdadero valor de esas horas invertidas, el significado e incluso la relación sentimental con autores que nunca conoceré.
Recuerdo la famosa "Canción del Pirata" (José de Espronceda), que me hicieron aprender de memoria y de la que me gusta especialmente el siguiente fragmento:
Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
José de Espronceda nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808 y murió a los treinta y cuatro años cuando se iba a casar con Bernarda de Beruete.
Nos separan casi 200 años, pero me siento muy cerca de algunas cosas que escribió.
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